jueves, 25 de agosto de 2011

De vuelta

Llevaba tiempo sin escribir ni publicar nada, y muchos sabreis la razón.
He tenido que alargar mis vacaciones en España más de la cuenta y dejar de llamarlas vacaciones para referirme a ellas como convalecencia.

Aprovechando mi cumpleaños decidí que me ingresaran en el hospital, pues es bien conocida la fama del Doce de Octubre, un hospital marchoso y fiestero, el mejor sitio para tus cumpleaños bodas y bautizos.
Y ya que estaba decidí quedarme un tiempo más, que tienes cama y comida gratis (Lo de comida es un decir por que si estás en digestivo puedes olvidarte de los banquetes con los que colma el hospital a sus invitados) y si tienes suerte te operan de algo, ya que estás por allí.

Tonterías aparte, el cometido de este post es compartir con vosotros unos pocos dibujos que hice durante mi estancia en el hospital, ya que soy de mentalidad positiva, y considero que de cualquier cosa debes sacar algo bueno. Unos sacan valiosas lecciones, yo hago dibujitos cutres.

Este fue el primer dibujo, después de que me tuviesen unos pocos días sin comer. El hambre había mellado mi ánimo y mi capacidad de raciocinio probablemente. Me alimentaban con suero y tenía que ir con el pie de goteo a todos lados.


El pie de goteo dio su juego, y al poco tiempo estaba pensando en organizar un torneo de carreras con pie de goteo, pero las enfermeras me hicieron desistir de mi empresa, alegando que como se les muriese algún viejecito haciendo el cabra el siguiente era yo.Y, amigos, no es bueno enemistarse con una enfermera, especialmente cuando tu salud depende de sus atenciones.


Más tarde, hice estos otros dos dibujos, uno inspirado en la tercera edad española, y otro una oda a la cena que me pegué después de que me tuvieran sin comer durante un tiempo.


Y luego ya, en el aeropuerto y como final del viaje que me retuvo en tierra patria durante algo más de mes y medio, hice un dibujito en el que me retrato de espaldas, empujando un carrito de aeopuerto cargado con mis enseres y abandonando mi pais, para irme a mi otro pais.


viernes, 6 de mayo de 2011

Pequeños Placeres de la Vida

Como si de un blog serio se tratase, he decidido inaugurar una sección medianamente regular. Este pequeño apartado del blog pretende ser un homenaje a todas aquellas cosas que, a veces sin darnos ni cuenta, incrementan nuestro nivel de vida de forma minúscula pero constante, o en todo caso siempre son capaces de levantarnos el ánimo en el día a día.
Son aquellas cosas cotidianamente maravillosas, a veces objetos, a veces situaciones, pero la mayoría de las veces somos nosotros mismos dándonos el gusto de apreciar lo trivial y anodino. Desde este humilde blog creo adecuado, si no necesario, agradecer a mi manera la existencia de todos esos "pequeños placeres de la vida".


Así pues doy por inaugurada la sección, y sin más preámbulos paso a presentarles al primer homenajeado!:

"Los Palillos Con Punta Mentolada"

Los habreis visto alguna vez en las tascas, bares o restaurantes más insospechados, y es ahí donde radica uno de sus principales atractivos; que nunca sabes cuando o donde te los vas a encontrar.
Con su esbelto cuerpecillo de madera semipulida podrían pasar desapercibidos entre sus primos los palillos normales y corrientes, pero una vez que los despojas de su envoltorio plástico (o de papel en el más ecónomico de los casos) y contemplas su cabeza engalanada con esa distintiva franja verde a modo de corona, proclamando su alcurnia, sabes que tu almuerzo va a tener un final a la altura.
Si un palillo normal cumple con su función de pobre sustituto de la higiene bucal (en otro momento discutiremos hasta que punto podemos considerar higiénico escarvarse entre los dientes con un trozo de madera para rescatar los trozos de comida más rezagados y llevarlos con el resto de sus congéneres) los palillos de punta mentolada dotan al asunto de una nueva dimensión, introduciendo conceptos revolucionarios en el conservador mundo de los mondadientes de sobremesa. Un mundo en el que bajorrelieves circulares o extremos romos son motivo de envidias y habladurías, segmentando la población palillera en estamentos prácticamente feudales, donde los palillos planos, antaño apreciados por su caracter lúdico y su versatilidad a la hora de construir chorradas, han sido relegados a una posición de parias de la tierra, mientras que las clases altas, enfundados en caras coberturas plásticas mantienen bajo su yugo al resto de raleas, perpetuando un sistema de valores que favorece solo a los nacidos bajo la buena estrella de los costes no muy abaratados.
Al margen de los pormenores de esta complicada sociedad, podemos añadir que los palillos con punta mentolada, saben a menta en la punta, característica que deriva en una vorágine de frescor al explorar tus encías en busca de incómodos restos de desayunos, comidas, meriendas, cenas o piscolabis.
Son la elección ideal para todos aquellos decididos a comerse su comida de una vez, sin dejar nada para disfrutar luego.
Es por esto y por más que dedico la primera entrada en esta nueva sección a nuestros fieles amiguitos de madera refrescante.

Gracias palillos de punta mentolada!

martes, 26 de abril de 2011

Extrapolación de objetivos

Attention! this a bilingual post! Do You want to see it in English?

Volver a jugar al Fallout me ha confirmado una de las razones por las que los videojuegos siempre le sacan ventaja a la vida real. Y por lo tanto nos sugieren algunas implementaciones que sería interesante introducir si se crea otro sistema de vida.

Aquí podemos observar dos escenas, una inspirada en la idea que tengo del Fallout y otra basada en la idea que tengo de la vida real.

Ambas son básicamente muy parecidas, cambiando tan solo las circunstancias y, solo en cierta forma, el protagonista.


En Fallout



Y resulta que con tanta pamplina y tanta cháchara no te queda claro que es lo que hay que hacer, pero aquí se introduce lo que de verdad mola en un videojuego, y que molaría incluso más en la vida real.

La extrapolación de Objetivos!

Vas a un menú y te dicen exactamente qué es lo que se espera de ti:



Joder! Así sí!

Esto facilita mucho las cosas. Ahora estoy listo para ir y dejarme los cuernos intentando hacer todo lo que hay hacer, así muera quinientas veces y gaste toda la munición!

El borracho recibe lo que quiere, pero no porque me lo haya explicado bien, si por él fuese me iría directamente a por los Johnsonitas para matarles a todos, luego iría a matar a Jackson, de camino liquidaría a John Johnson y luego pensaría profundamente en por qué me ha hablado de su familia de Arizona, y como puedo matarlos.

Porque no nos engañemos, en el Fallout cuando no sabes qué hacer para cumplir una misión, lo primero que piensas es en matar al que se te ponga en medio, y la mayoría de las veces será lo correcto.


Y entonces tenemos la segunda situación prometida, inspirada en la vida real, o al menos en lo que se ajusta a mi visión de la vida real:


En La Vida Real



La situación es la misma, no tienes ni la mínima idea de por donde empezar, pero aquí no cuentas con una extrapolación de objetivos tan directa como la del videojuego, y corre de tu cuenta elegir cuales son los criterios que has de emplear para amoldarte a los gustos del cliente.
De todas formas si se tuviese acceso a la dichosa lista de objetivos podría ser algo así:



Pero en general es imposible dar con una lista de objetivos tan escrupulosamente exacta, así que pasarás dos semanas moviendo elementos de aquí para allá, y recibiendo nuevos comentarios, que se harán más confusos con el tiempo puesto que el cliente considera que no entiendes lo que quiere y empieza a probar nuevas formas de comunicación creativa, desde hacerte esquemas a boli sobre tus carteles a intentar hacer collages con sus ideas.
El resultado puede variar, pero como denominador común siempre se obtiene un resultado caótico y poco definido que no acaba de satisfacer ni a cliente ni a diseñador.

El ambiente del diseño es mi ejemplo, pero os animo a que intentéis extrapolar objetivos de las tareas que os surjan en vuestros campos profesionales, y me digáis si no sería condenadamente más fácil si nos allanasen un poco más las cosas.
Aunque en eso radica el reto de la vida ¿o no?

viernes, 25 de marzo de 2011

Thaisketches

Un par de páginas de cuaderno que dibuje en Tailandia.
Al final encontré la máscara!
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A couple of pages on my blocknote which I drew in Thailand.
Sorry for the Anglospeakers, I´m not translating all the text in the pictures.
But u should know I finally found and bought the mask depicted there.

martes, 8 de febrero de 2011

Un zumo de naranja!

No sé por qué, de repente me apetece zumo de naranja recién exprimido.

Me gusta cuando tiene pulpa la justa y con azúcar suficiente para que esté dulce pero que se me guiñe un ojo de lo ácido.
A veces lo rebajo con un poco de agua, lo cual es arriesgado por que si le pones mucha, entonces se te queda aguado (sorprendente).

Lo mejor es que si te concentras mucho puedes sentir las vitaminas* revitalizando tu cuerpecillo en su recorrido imaginario por tu organismo.
*Que son las que se van si no te lo bebes pronto.

martes, 1 de febrero de 2011

Dibujo y reflexión


"Pegas como un ganchito con sabor a queso"

En las esquinas oscuras de los cuadernos es donde ocurren las cosas interesantes.

Atención, reflexión inconexa ahead.



Hoy comprando un sandwich en una famosa cadena de comida rápida me he dado cuenta de las diferencias entre un simple empleado raso y un manager de campo.

Los empleados rasos siempre actúan más delicadamente y pensando en cada ingrediente que ponen en el sandwich, la cantidad y la disposición (que probablemente haya sido establecida de antemano en el "Manual del sandwich rentable") y en general tardan más. Es un tiempo que no se compensa con el resultado en la mayoría de los casos, pero sin embargo hay posibilidad de que se exceda en la cantidad de cada cosa, ya que es un individuo que por su posición tiende a ser más sensitivo a sus propios estados de ánimo y esto suele reflejarse en su trabajo.

Sin embargo los Managers de campo son máquinas que se han exigido y mejorado hasta hacer que el sandwich making sea su segunda naturaleza. Se desenvuelven entre panes con envidiable soltura hasta el punto que juraría haber oido algún que otro suspiro de satisfacción proveniente de los panecillos. No se molestan en calcular minuciosamente la cantidad y disposición de los elementos pues sería ridículo pensar que puedan equivocarse. El resultado es una magnífica representación en tres actos (entremesum, ingredientum y salsata) que saca lo mejor de los sandwiches, con una precisión forjada en la experiencia y una notable falta de emoción o sentimientos.

Mis conclusiones me dejan con la idea de que es curioso ver como cualquier trabajo se puede convertir en profesión.